miércoles, 23 de julio de 2014

LA ESTRELLA DE LA LITERATURA: HYPERION, DE DAN SIMMONS

LA ESTRELLA DE LA LITERATURA: HYPERION DE DAN SIMMONS


La literatura es una de las grandes estrellas de mi vida, me ha acompañado desde que tengo memoria. Hablo de literatura (novela, poesía, teatro…), no de libros de ensayo (que también me gustan, pero son otra cosa). Creo sinceramente que la literatura es un alimento para el alma insustituible, por eso siempre me apena conocer gente que no ha despertado este amor. Al igual que me pasa con el cine (otro gran amor), procuro cambiar de género con asiduidad para no encasillarme y perderme cosas que pueden resultar interesantes, divertidas, curiosas, sorprendentes…, aunque confieso una especial predilección por las historias de ciencia ficción y de fantasía.
Recientemente cayó en mis manos una novela titulada Hyperion, y como lo curioseo todo le eché un vistazo y leí que había sido ganadora de los premios Hugo y Locus de 1990. Echemos mano de la Wikipedia, que dice que “Los Premios Hugo o Science Fiction Achievement Awards son una serie de importantes galardones otorgados a obras de ciencia ficción o en menor grado fantasía” y “Los Premios Locus son unos premios literarios que comenzaron a entregarse en 1971, siendo los ganadores elegidos por los lectores de la Revista Locus”. Esto, junto con el hecho de que hacía tiempo que no leía nada de Ciencia Ficción, me animó a leer la novela. Su autor en Dan Simmons, profesor de literatura y redacción, y un absoluto enamorado de la figura de John Keats, como muy bien se plasma en la novela.
La novela me ha gustado por diversos motivos: me ha parecido original e interesante, está bien escrita (algo que valoro mucho) y porque da que pensar. Y porque me ha entretenido mucho, que eso también lo valoro. Toda la historia de la novela se articula alrededor de una especie de deidad viva llamada Alcaudón, y de unos peregrinos que acuden a verle por distintos motivos. Los peregrinos no se conocen entre sí y eso da pie a que Dan Simmons realice un homenaje a Geoffrey Chaucer y sus Cuentos de Canterbury, haciendo que cada uno de los personajes cuente su historia a los demás.  
Una de las historias la cuenta Sol Weintraub, un profesor judío que viaja con su hija Rachel, un bebé de tan solo unos días. A raíz de que ella contrajese una extraña enfermedad él comenzó a tener un sueño en el que aparece el Alcaudón que le dice que para salvar a la humanidad debe tomar a su hija e ir al mundo llamado Hyperion para ofrendarla como víctima ardiente.
Esta situación le lleva a rememorar el llamado “dilema de Abraham”, con el que se inicia la historia de su pueblo y de su religión. Recordemos que Dios pide a Abraham, como muestra de obediencia, que sacrifique a su hijo predilecto. Sol  reflexiona acerca de la obediencia a un poder superior,  la situación evolutiva de la raza  humana, la libertad y el libre albedrío.
Sol quería saber cómo un sistema ético –y una indómita religión que había sobrevivido a todos los males a que le había sometido la humanidad- podía surgir de la orden divina de que un hombre matara a su hijo. No importaba que la orden se hubiera rescindido en el último momento. No importaba que la orden fuera una prueba de obediencia. De hecho, la idea de que la obediencia hubiera permitido a Abraham ser el padre de las tribus de Israel era precisamente lo que encolerizaba a Sol.
Al cabo de cincuenta y cinco años de dedicar su vida y trabajo a la historia de los sistema éticos, Sol Weintraub llegó a una firme conclusión: toda lealtad a una deidad, concepto o principio universal que hiciera prevalecer la obediencia por encima de la conducta decente hacia un ser humano inocente era perniciosa.”
El tema de la lealtad a una deidad, concepto o principio universal por encima de la conducta decente queda muy bien reflejado en situaciones como la que narra la película Hannah Arendt (2012): la filósofa asiste al juicio a Adolf Eichmann, el nazi que organizó el genocidio del pueblo judío durante la II Guerra Mundial. Arendt descubre que este oscuro individuo  no era más que un burócrata que “obedecía” órdenes, nada más, como si eso eximiera de toda responsabilidad moral.
“-La respuesta correcta para Abraham fue la obediencia –pensó Sol-. Éticamente, Abraham era un niño. Todos los hombres lo eran en esa época. La respuesta correcta para los hijos de Abraham era llegar a la edad adulta y ofrecerse ellos mismos. ¿Cuál es la respuesta correcta para nosotros?”
La reflexión final de Sol es que ha llegado la hora de dejar atrás la obediencia y los sacrificios, ha llegado la hora de que exista un trato de respeto e igualdad entre hombres y dioses. Es una idea bonita, pero viendo lo que todavía sucede en el mundo creo que estamos muy lejos de eso, aunque son muchas las tradiciones que nos hablan de que somos dioses, pero lo hemos olvidado, que se trata tan solo de recordar. En cuanto eso suceda no será necesario ninguna obediencia a un poder externo, porque habremos descubierto el Poder en nosotros mismos. Immanuel Kant también apuntaba hacia la misma intuición cuando instaba al hombre de su tiempo a asumir la mayoría de edad, a dejar de ser un niño que necesita de tutores que le digan qué debe hacer, qué debe pensar, etc.
La pregunta que esta historia me ha suscitado es: ¿Cuándo dejaremos de ser niños peligrosos y mal criados? ¿Cuándo asumiremos la responsabilidad por nosotros mismos de modo que llegue el día en que el “poder superior” sea la propia claridad interna, nuestro Yo profundo? A ese poder sí le debemos obediencia, y mientras trabajamos consciente y activamente en que ese poder despierte es signo de madurez y sabiduría, creo yo, saber elegir buenos “tutores” o, mejor dicho,  guías en la vida.





2 comentarios:

  1. Me han dado ganas de leerlo, pero la verdad es que creo que "tu" deberías de escribir un libro. Seguro que tu intensa vida interior plasmada a través de tu pluma sería una delicia… ¿te animas?...

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  2. Gracias por el comentario, es una alegría tenerla por aquí. Lo de escribir yo un libro, es un sueño de la infancia, pero cuando leo los buenos libros que hay y los buenos autores que pueblan el mundillo literario, me entra la timidez. No obstante estoy empezando a planteármelo más seriamente.

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