viernes, 7 de agosto de 2015

MI GATO NO NECESITA CAZAR


Hoy he visto a mi gata cazar a una abeja: maullaba, la perseguía, varias veces se la metía en la boca para soltarla enseguida dando una especie de grito/maullido... Observándolas pensaba en la distinta visión de la realidad que estaban viviendo la gata y la abeja.

Se que los gatos domésticos mantienen siempre su instinto cazador, y que muchas veces «cazan» y luego no saben qué hacer con lo que han cazado. ¿Son malvados, agresivos... inconscientes? Es esto último, en general todos los vemos claro. Un gato doméstico no necesita cazar, tiene sus necesidades alimenticias cubiertas, ignora que son sus instintos los que están actuando en él. No ha despertado la suficiente conciencia como para darse cuenta de que los instintos son automatismos que lo condicionan y le hacen hacer cosas que a veces son innecesarias, como cazar para comer cuando tienes a tu disposición toda la comida que necesitas.

La cuestión es que los instintos, al menos en este caso, tienen más de una función. ¿La caza, en un gato, solo sirve para alimentarse? No soy ninguna experta en gatos ni en zoología en general, pero me atrevo a deducir que puede servir también, de algún modo, como entretenimiento o para descargar adrenalina, para mantenerse en forma, para hacer cosas que de alguna forma sean útiles...

Recuerdo que una vez un psicólogo contaba que en una visita que Sigmund Freud realizó a EE.UU., le hicieron una entrevista en la cual, con su habitual talante pragmático, le hicieron más o menos la siguiente pregunta: ¿Diga, en dos palabras, el secreto de la felicidad (o de la salud psicológica)?, y Freud contestó «Amor y trabajo». Es decir, algo que hacer y alguien con quien compartir lo que haces. Me pareció genial Freud. Todos necesitamos algo que hacer, algo que resulte útil, lo que otro gran psiquiatra, Victor Frankl, definiría como una vida con sentido.

Los seres humanos tenemos instintos, como los gatos, y muchos otros automatismos aprendidos. Los instintos tienen una razón de ser, no están ahí para fastidiarnos, no son malvados. Son instintos. El instinto de caza está relacionado con una necesidad básica, comer, que a su vez está relacionado con otra necesidad básica, vivir. ¿Es malo comer para vivir? Evidentemente no. ¿Qué pasa cuando sentimos el impulso de un instinto? Quizás esté ahí el verdadero meollo del arte de ser Humano, Hombre, Ser Consciente, etc. El hombre puede desarrollar la capacidad de crear un espacio entre el estímulo y su respuesta ante él. Decimos que un hombre es un «animal» o una «bestia» cuando actúa dejándose llevar solo por sus instintos, sin hacer uso de ese don tan complicado de usar como es el libre albedrío. Dicho así parece muy fácil, pero todos sabemos que a la hora de la verdad las cosas resultan distintas. Por una parte es un arte que ha de ejercitarse, y hay quienes están más avanzados en ese proceso y otros que menos; por otro lado a cada cual le «aprieta el zapato» por algún sitio. Es decir, que aquello que a ti te resulta difícil controlar para mí resulta facilísimo (y te suelo juzgar por ello), mientras que lo que a ese otro le resulta tan sencillo como respirar tu te sientes incapaz de controlarlo.



Cuando uno se encuentra ante una situación así debe usar del don de la inteligencia, porque no todo se conquista a fuerza de voluntad, o no solo a fuerza de voluntad. La voluntad también necesita ejercitarse, no todos la llevamos de serie. Pongamos un ejemplo, utilizando a mi gata. De repente tomo conciencia de que no necesito cazar y que, por lo tanto, no tiene ningún sentido hacerlo. Lo he hecho hasta ahora no porque yo sea un ser malvado sino porque no me había dado cuenta (ignorancia). Y además estoy haciendo sufrir a un ser vivo inútilmente. Pero el instinto sigue ahí, cada vez que veo una mosca pasar, o un ratoncito correr, el instinto me puede. Puedo usar de la sola fuerza de voluntad para controlarme, pero, como decía, no todos la llevamos de serie y, además, desgasta mucho trabajar con uno mismo de esa manera. Uso mi inteligencia: ¿qué busca este instinto además de mantenerme sano, fuerte y con vida? ¿De qué otras maneras puedo dar respuesta a esas necesidades? Y ahí entra en funcionamiento nuestras experiencias previas, nuestro temperamento, nuestra creatividad... Si soy de naturaleza mística puedo trabajar el amor y el respeto por toda forma de vida, hasta el punto de que vea una abeja y me maraville ante esa expresión de la Vida, desaparecido ya todo instinto cazador. Puedo ser de una naturaleza más pragmática y buscar vías alternativas de distracción y desgaste de energía/adrenalina (juego, deporte, etc.). Las respuestas son infinitas. Lo importante es no conformarse con la vía de la represión de los instintos, la historia demuestra que eso en general no ha llevado a nada bueno. No se trata de reprimir sino de poner en marcha nuestra creatividad para buscar distintas vías de canalización de todo un bagaje instintivo que lleva millones de años en funcionamiento.

Quizás se trate, más que de canalizar, de ampliar, de elevarse, de mirar de una forma distinta. ¿Y si mi instinto de supervivencia individual, que acompaña al hombre desde el mismo momento en que empieza a respirar, lo amplio hasta abarcar a todos mis seres queridos, y después a toda mi ciudad, y después a toda la humanidad, y después a toda forma de vida, y después a todo el universo? A eso yo lo llamo Evolución, no solo sería la respuesta a nuestro instinto de supervivencia tanto personal como individual, sino que creo que ese paso ya lo han dado hombres de la talla de un Gandhi, una Madre Teresa de Calcuta o un Buda (por decir solo nombres de algunos que son por la mayoría de personas conocidos).